Auriculares de rayos infrarrojos
Había invitado a Ilaria a mi casa para ver El exorcista.
Soy su amiga Stefania y tengo dieciséis años.
Pero me parece que su objetivo no era ver la película.
Creo que quería follarme. Y de hecho me folló.
Durante la publicidad me besaba, y a los diez minutos ya me había metido la mano entre las piernas, apartando las bragas para tocarme el coño.
Cuando volvía a empezar la película me cogía la mano y se la ponía en su lugar.
Cuando llevábamos un cuarto de película Ilaria empezó a tocarse abiertamente.
A mí me daba igual, yo sólo quería ver El exorcita.
Notaba que su respiración se hacía entrecortada, después empezó a maullar como una perra en celo.
Me levanté del sofá para subir el volumen.
Ilaria me dijo que pusiera un vídeo porno con Ron Jeremy, que El exorcita podíamos verlo en cualquier otro momento.
Estaba empezando a cansarme.
Le pregunté a qué había venido si no quería ver la película, puesto que a mí sí que me interesaba.
Me dijo que me quería y yo fui a mi habitación a coger los auriculares de rayos infrarrojos.
Enchufé el cable a la tele y no le hice más caso.
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